viernes, 4 de abril de 2014

4.4. Regímenes de tipos de cambio y estabilización

Tanto los regímenes cambiarios del actual sistema financiero y monetario internacional como las características de este sistema han cambiado radicalmente desde que se celebró la reunión de Bretton Woods en 1944 que creó el FMI y el Banco Mundial. En el sistema de Bretton Woods:
  • Los tipos de cambio eran fijos pero ajustables. El sistema tenía por objeto evitar la excesiva volatilidad que presuntamente caracterizaba a los tipos de cambio flotantes, evitar las depreciaciones competitivas y otorgar, en el marco de la supervisión internacional, una flexibilidad que permitiera a los países hacer frente a desequilibrios fundamentales;
  • Se consideraba que los flujos de capital privado sólo debían tener una función limitada en el financiamiento de los desequilibrios de los pagos, y que el uso generalizado de controles evitaría que dichos flujos fuesen inestables;
  • El financiamiento oficial otorgado para hacer frente a desequilibrios transitorios de los pagos, principalmente por medio del FMI, se traduciría en un proceso de ajuste más ordenado y permitiría evitar correcciones innecesariamente violentas de los desequilibrios en cuenta corriente, y sus consiguientes repercusiones sobre los flujos comerciales, el producto y el empleo.
En el sistema actual, los tipos de cambio de las principales monedas (principalmente el dólar de EE.UU., el euro y el yen japonés) fluctúan de acuerdo con las fuerzas del mercado, registrándose volatilidad en el corto plazo y a veces considerables cambios de tendencia a mediano plazo. Algunos países industriales de tamaño mediano también tienen regímenes de flotación basados en criterios de mercado mientras que otros países, entre ellos países europeos que no forman parte de la zona del euro, han adoptado paridades más rígidas. En los países en desarrollo y en transición se observa una gran variedad de regímenes, y en muchos de estos países la tendencia es adoptar regímenes más flexibles. Esta variedad de regímenes se da en un entorno que reúne las siguientes características:
  • En parte por motivos de eficiencia y en parte por su limitada eficacia, los países industriales generalmente han abandonado los controles de capital y las economías de mercado emergente los han ido abandonando gradualmente. El aumento de los flujos de capital internacional y la globalización de los mercados financieros también es resultado de la revolución que se ha producido en las telecomunicaciones y la tecnología de la información, que ha reducido acusadamente los costos de transacción en los mercados financieros y ha fomentado la continuación de la liberalización y desreglamentación de las transacciones financieras internacionales;
  • Los flujos internacionales de capitales privados financian una parte importante de los desequilibrios en cuenta corriente, pero las variaciones de estos flujos a veces parecen provocar perturbaciones macroeconómicas o ser un cauce importante a través del cual dichas perturbaciones se transmiten al sistema internacional;
  • Los países en desarrollo y en transición están cada vez más integrados en la economía mundial, tanto en lo que se refiere al comercio de bienes y servicios como a las transacciones financieras.
ESTABILIZACIÓN
La enseñanza de las recientes crisis de los mercados emergentes es que en países con importantes vínculos con los mercados mundiales de capital, los requisitos que deben cumplirse para mantener una paridad fija son actualmente más exigentes en razón de la mayor movilidad del capital. Por lo tanto, parece ser preferible adoptar regímenes que otorguen una considerable flexibilidad para determinar el tipo de cambio, a menos que el tipo de cambio se fije estableciendo una caja de conversión monetaria, unificando la moneda con otra o adoptando otra moneda como moneda nacional (dolarización).
Es probable que la flexibilidad de los tipos de cambio de las monedas de los principales países industriales siga siendo una característica clave del sistema. El paso al euro en enero de 1999 marcó una nueva etapa en la evolución del sistema, pero el Banco Central Europeo ha recibido la clara misión de enfocar la política monetaria hacia la estabilidad de los precios internos y no hacia los tipos de cambio. En un entorno de creciente integración de los mercados de capital, es posible que muchos países industriales de tamaño mediano, así como las economías en desarrollo y en transición, sigan manteniendo paridades flotantes determinadas por el mercado, aunque a más largo plazo quizás aumente el número de países que adopta paridades de tipo fijo. Por lo tanto, las perspectivas son las siguientes:
  • Es probable que los tipos de cambio entre el euro, el yen y el dólar sigan siendo volátiles, pero no es probable, ni deseable, adoptar mecanismos para reducir la volatilidad ya que ello impediría centrar siempre la política monetaria en los objetivos internos de estabilización.
  • Hay motivos para creer que, con el tiempo, varios de los países en transición de Europa central y oriental, sobre todo los que se preparan para ingresar en la Unión Europea, procurarán adoptar la disciplina de políticas y las estructuras institucionales que permitan la eventual adopción del euro.
El enfoque del FMI sigue consistiendo en brindar asesoramiento a los países miembros sobre las repercusiones de los diversos regímenes cambiarios, considerar que la selección del régimen cambiario es un asunto que debe decidir cada país, y proporcionar asesoramiento de políticas que sea compatible con el mantenimiento del régimen seleccionado

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